Relatos de la casona

Relatos de la casona
Casona.

viernes, 16 de diciembre de 2016



REFLEXIONES ANTES DE LA NAVIDAD.
por
Juan Cid Astruga.-



Cuenta la tradición que hace más de 2000 años vino al mundo el Salvador, encarnándose en un niño. Se dice que nació pobre y en un establo, ya que en la posada no fueron admitidos. Se trataba de un Dios que se hacía hombre en la más absoluta discreción, humildad y pobreza. Un Señor que vino a corregir los desmanes de una religión dada a un pueblo elegido para liberarlo y entrarlo en su Reino.
Después de esta breve introducción histórica, la pregunta primordial para continuar con este ensayo es la siguiente: ¿Qué es la Navidad?
Los teólogos dirán que es la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. La irrupción de la presencia humana de Dios en la Historia,… Los creyentes del montón posiblemente no sepan expresar en qué consiste la Navidad. Los fanáticos lo verán como un motivo para justificar separaciones, guetos y otras categorías de odio. Los agnósticos lo verán como una fiesta laboral en el calendario. Y, los ateos, como una imposición de la Iglesia hacia la sociedad al obligar a hacer fiesta ese día, por ejemplo.
Para los comerciantes y hosteleros puede verse como una lotería, en el sentido de los beneficios producidos por las compras y comilonas que se hacen en estas fechas. Para las compañías eléctricas, es un filón de oro puro, debido a las luces que se instalan en las ciudades y también en algunas casas. Sea como sea, el concepto sobre la Navidad es algo muy distinto según se mire.
Por cierto, usted que lo está leyendo, ¿qué opina sobre la Navidad?
Ya he mencionado tres características esenciales de la Natividad del Señor: discreción, humildad y pobreza. Sin embargo, tanto a nivel eclesial, como a nivel social, e incluso a nivel personal, muchas veces lo que se puede observar es ostentación, prepotencia y derroche.
Está claro que todo acontecimiento de repercusiones históricas tiende a ser celebrado de una u otra manera, y que la consecuencia del Nacimiento del Hijo de Dios en Belén no puede ser menos. No obstante, y basándome en el Evangelio, si el reino que Jesús vino a instaurar no era de este mundo, ¿por qué hacemos de este acontecimiento algo tan mundano? Y no me estoy refiriendo a los villancicos, celebraciones religiosas y gestos de buena voluntad con nuestros paisanos, sino a todo el fasto y derroche que viene aparejado con ello muchas veces.
¿Qué tiene de cristiano llenar las ciudades de luces de colores? ¿Qué tiene de cristiano la ostentación de bienes y dinero? ¿De qué me sirve celebrar unas fiestas llenas de materialismo, si no me importa un pimiento lo que se está celebrando? ¿Cómo puedo disfrutar de una comida familiar si me van a dar en todos los morros con la soberbia de mis anfitriones, o me van a imponer una serie de situaciones por las que no quiero pasar? Y, ¿qué pasa si es al revés? Vamos, si soy yo el que ostenta bienes materiales, impone injusticias y doy en los morros a los demás?  
Sea como sea, la Navidad no tiene nada que ver con un tío gordo de barba blanca que se ríe con la “o” y que sólo habla del espíritu de la Navidad para que consumas a troche y moche. La Navidad no es una fiesta del consumo. La Navidad consistía en el germen del amor fraterno, de la entrega total desde cero.
Bien entendida, la Navidad debería ser la fecha de recordatorio y examen de conciencia de un compromiso de amor, solidaridad y sencillez. Digo recordatorio porque celebrarla cada año significaría aceptar y renovar el compromiso de seguir y cumplir con las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Y, menciono examen porque debe ser un tiempo para recapacitar sobre nuestra fidelidad al compromiso asumido. Hablo de amor porque si Dios es amor, seguir a Dios implica amar. Amar implica tolerar, comprender, disfrutar, vivir,… La solidaridad es aplicar el amor a quienes están a tu lado y también a quienes no conoces y no están a tu lado. Y la sencillez es el respeto a los recursos naturales, es vivir sin lo superfluo.
A todo esto, cuando vemos las luces navideñas, vemos los anuncios de televisión, con regalos, turrones y demás, ¿en dónde aparece Jesús? ¿Acaso no se ve a Santa Klaus y al consumo como los verdaderos protagonistas de la Navidad?
Después de estas breve reflexiones, ¿cree usted que en estas fechas se celebra la Navidad? O, por el contrario, ¿se ha desviado mucho lo que hay ahora de la idea original?
Terminada esta reflexión, no me queda más que desearles a usted y a los suyos una feliz Navidad, o lo que sea que usted celebre.


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